LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

Arrancando raíces profundas de dominación

El violador y el feminicida no son locos, sino expresión de un sistema de creencias que considera a las mujeres como seres inferiores disponibles para el uso y abuso de los hombres.

Durante milenios las mujeres hemos sido y somos agredidas. Una lista interminable de modos de agresión ha mantenido a las mujeres calladas: nos han matado y nos matan, nos han violado y nos violan, nos han cortado la lengua, también nos han cortado las orejas y la nariz. Un poder oscuro que nosotras mismas hemos parido, sostenido, alimentado, nos ha maltratado y nos maltrata.

La dominación de las mujeres gira alrededor de la tríada miedo/culpa/pudor. Como fruto del miedo, de la culpa y del pudor nos hemos creído y enseñamos a nuestras hijas e hijos que la misión de las mujeres es procrear.  Hasta nos creímos que amar consiste en cuidar a nuestra prole y negarnos a nosotras mismas hasta morir de desamparo. Pero procrear no es la única misión de las mujeres, aunque podemos usar este gran poder para transformar las mentalidades que nos mantienen subyugadas.

El papel de la madre es fundamental en la transmisión del sistema de creencias (valores, actitudes, conductas) en general y de modo particular en la transmisión de las creencias en que se fundamenta la violencia contra las mujeres. La procreación y la educación de las hijas(os) es una trampa para las madres si continúan transmitiendo generación tras generación la falsa idea de la superioridad de los hombres sobre las mujeres. La transmisión de estas cadenas ancestrales de ignorancia produce hombres egocéntricos y mujeres desvalorizadas.

Los valores que dirigen las acciones de una persona provienen de profundas raíces ocultas en la historia de la humanidad. Cada persona arrastra cadenas   intergeneracionales que generan pautas emocionales repetidas generación tras generación. Para comprender estas raíces revisaremos sucintamente algunos mitos que son expresión del sistema de creencias milenario aún vigente que se manifiesta en la violencia perpetrada contra las mujeres.

En su origen, el término latino violare se relacionó con la profanación de lo sagrado y posteriormente dio cuenta de la profanación del cuerpo de la mujer en su calidad de res (cosa) propiedad de un hombre. El delito de violación no estaba vinculado a la mujer, sino a la profanación de la mujer como propiedad de un hombre. El agraviado era de este modo el hombre y no la mujer.

Hace aproximadamente cinco mil años, en el tercer milenio aC, invasores arios conquistaron progresivamente la India, el Medio Oriente y Europa imponiendo su sistema de creencias a poblaciones de alto desarrollo cultural. Su sistema de creencias consideraba al hombre como ser superior y a la mujer como su propiedad utilizada para su placer sexual, para la reproducción biológica y para el cuidado de la prole y de los hombres. Impusieron junto con sus normas sociales sus cosmogonías de dioses guerreros como Varuna, Indra, Krishna, Zeus, Yavé, desplazando con ellos las cosmogonías de los pueblos conquistados centradas en diosas como Astarté, Neth, Isis, Parvati, Rea, Demeter, Asera.

Estos grupos nómadas guerreros adoradores del sol como los guerreros de las tribus chichimecas míticamente provenientes de Aztlan que invadieron América del Norte, consideraban al principio solar como unitario y totalizador, y alrededor de esta visión unitaria y totalizadora organizaron sus vidas. El poder del hombre era total, la mujer quedó reducida a la vida doméstica mientras ellos ocuparon las posiciones de sacerdotes, guerreros, reyes, jefes de familias, reflejando su poderío en todos los sectores de la vida religiosa, política, económica y social.

Estos dioses guerreros y sus principios totalizadores se amalgamaron con las diosas autóctonas de los territorios conquistados, creándose los sincretismos comunes a todos los procesos de transformación de mentalidades. La conquista de territorios y pueblos fue rápida, hecha con armas y muerte. El avasallamiento de las mentalidades fue un proceso progresivo de desmoronamiento de la arcaica sabiduría compartida entre diosas y humanos. Esta sabiduría múltiple, cambiante, lunar/solar/venusina, basada en el principio cósmico femenino/masculino fue desplazada por la visión solar, masculina, excluyente de lo femenino.

El rapto de las sabinas N. Poussin

En este proceso de transculturación de creencias de tendencia ginocéntricas pero no excluyentes de lo masculino a creencias androcéntricas excluyentes de lo femenino, surgen mitos acerca de violaciones de las antiguas diosas por parte de los dioses victoriosos. Las diosas violadas declinan su poder a favor de los dioses violadores. Zeus, la principal deidad del nuevo panteón ario aqueo, sincretizado con el antiguo Zaminoico cretense hijo de la diosa Rea, Dama del Monte Ida, violó a su madre la gran diosa Rea: Zeus la persiguió, ella se metamorfoseó en serpiente, él la imitó, la apresó con el llamado nudo de Heracles y consumó la violación.

Perséfone, hija de la gran diosa civilizatoria Demeter, a quien estaban dedicados los Misterios de Eleusis vinculados con Dionisos y los cultos órficos anatemizados por los conquistadores, fue violada por Hades (Plutón) su tío paterno. Cuando Hades vio a ‘la joven y bella Perséfone, la amó y la robó’ (Ovidio, Las metamorfosis, 8 AC., las fuentes de Ovidio fueron Herodoto, Apolodoro, Hesíodo y los dramaturgos griegos clásicos). Demeter buscó desesperada a su hija ‘por mar y tierra. Desde que amanecía hasta que terminaba el día’ hasta que logró saber que Hades la violó y la raptó.  Demeter, diosa de la vida que enseñó la agricultura a la humanidad y le entregó misterios escatológicos, funerarios, cósmicos y agrarios acudió desprovista de todo poder al otrora pequeño Zeus, padre de Perséfone, llamándolo Soberano de los dioses, para pedirle su ayuda para rescatar a Perséfone.  Zeus, le respondió ‘yo no encuentro ninguna afrenta en tener a Hades (Plutón) por yerno’. La gran diosa Demeter suplicó a Zeus que la ayudara, entonces ordenó a su hermano Hades que Perséfone viviera la mitad del año con él en el inframundo y la otra mitad con su madre Demeter. 

Los mitos de las violaciones de las diosas prearias por los dioses guerreros arios tuvieron como propósito desvalorizar el poderío de las diosas. Los autores de las tragedias griegas difundieron las nuevas normas patriarcales en obras teatrales didácticas que giran alrededor de dos contenidos: la sumisión de la diosa al dios y la sumisión de la mujer al hombre. Las diosas y las mujeres son reducidas a su sexualidad, una sexualidad desprovista de poder.

A las mujeres también se les somete violándolas, como expone didácticamente Las metamorfosis. Filomela, virgen hija del rey de Atenas fue violada por su cuñado Tereo, rey de Tracia, esposo de su hermana Progne. Tereo quedó ‘deslumbrado’ por la ‘espléndida belleza’ de Filomela quien —nos dice Ovidio— provocó ‘en su corazón (de Tereo) violento fuego’. Tereo es presentado por Ovidio como víctima de la belleza de Filomela, lo que justificaría de acuerdo al sistema de creencias misógino, que fue incapaz de controlar sus instintos. Tereo encerró en su palacio a Filomela y la violó: ella ‘imploró el auxilio de su padre y de su hermana… en vano llamó a los dioses en su ayuda’. En vano llamó a los dioses guerreros, ellos mismos violadores de diosas.  Filomela acusó entonces a Tereo de haber violado ‘lo que la mujer tiene de más sagrado’, su virginidad.

El banquete de Tereo. P.P. Rubens

Tereo se casó con Filomela para resarcir el daño causado al propietario, su suegro el rey de Atenas. Dijo Filomela: ‘Después de mi desgracia me encuentro como rival de la infortunada Progne y tú como marido de las dos… si alguna vez me encuentro en libertad, no me impedirá el pudor divulgar tu crueldad’.

La amenaza de Filomela implicó múltiples transgresiones: amenazó con actuar sin pudor rompiendo el silencio; violó el statu quo que le correspondía como objeto; rompió el orden establecido: se consideró a sí misma agraviada cuando ella ni existía como persona, era sólo una propiedad de Tereo. No acató la obligación de las mujeres exigida por la ley y las costumbres: sumisión total a sus dueños. Al ser violada, el único agraviado fue su padre el rey de Atenas, su anterior propietario, quien ya había quedado en conformidad con Tereo. Continúa Ovidio narrando el drama didáctico: ‘Estos reproches encendieron de ira a Tereo’, sacó la espada y cortó la lengua de Filomela, que cayó sobre la tierra ‘cual cola de culebra’. Después de mutilar a la transgresora ‘satisfizo aún cien veces su brutal pasión’.

El sistema de creencias que subyace a los comportamientos de Tereo, de su suegro el rey de Atenas y de los dioses Zeus y Hades están sustentados en la discriminación de las mujeres y la percepción de los hombres como dueños de toda la creación. Este sistema de creencias se mantiene vigente y consiste en la desvalorización de las mujeres y de lo femenino en contraste con la hipervaloración de los hombres y de lo masculino. Estas creencias discriminatorias propician el abuso sistemático de las mujeres que culmina en violaciones y feminicidios estadísticamente alarmantes en algunos países como México, más esporádicas en otros países con legislaciones más punitivas y menores índices de corrupción en la administración y procuración de justicia.

 Han cambiado las legislaciones, pero el cambio de mentalidades es lento y costoso. Costoso para las mujeres que continúan siendo víctimas de violaciones y feminicidio.

Los hombres de las sociedades con mayores índices de violaciones y feminicidios aprenden desde niños una exhaustiva discriminación de las mujeres. A partir de estas creencias tóxicas se han creado teorías nocivas como es la teoría del penisneid, envidia de pene, con la que Sigmund Freud creyó abarcar y comprender la psicología profunda de las mujeres, fantaseando que el aparato genital masculino es suficiente para dar cuenta de la economía sexual infantil de los dos sexos.

La negación de nuestras capacidades por parte de la cultura dominante y por nosotras mismas como participantes de esta cultura dominante, nos mantuvo tradicionalmente separadas y desconfiadas unas de otras, sin la posibilidad de organizarnos y de reivindicar unidas nuestros derechos.

Las políticas de dominación sostenidas sobre los pilares de miedo/culpa/pudor nos impidieron incluso imaginar un cambio profundo en la humanidad que pudiera partir de nosotras utilizando el poder que tenemos de ser transmisoras de saberes, formadoras de mentalidades.

A fuerza de miedo, culpa y pudor nos olvidamos de nosotras mismas e interpretamos nuestra grandeza biológica como una desventaja generándose sentimientos de inferioridad respecto a los hombres. Nos convertimos en guardianas de las políticas de control de las mujeres.

Las mujeres que hemos despertado a la conciencia unificada reconocemos que el planeta está compartido por dos tipos igualmente necesarios de humanos anatómicamente diferentes, además de otras especies animales y un fabuloso mundo vegetal y mineral.  A nosotras no nos causa conflicto aceptar la diferencia entre mujeres y hombres porque nuestros propios cuerpos son capaces de moldear a esos seres de formas diferentes y esencia semejante. No intentamos avasallarlos por ser diferentes, no albergamos contra ellos sentimientos de ira ni de muerte; no anhelamos dominarlos, pero sí exigimos compartir la Tierra en justicia para todas sus criaturas. Rechazamos las falsas creencias sobre la inferioridad de las mujeres y la superioridad de los hombres. Sabemos que los grandes valores humanos no son atributos limitados a los hombres; sabemos que el hombre guerrero dominante no es un modelo de perfección; sabemos que dios no es hombre y tenemos la oportunidad y la obligación de transmitir este mensaje para anular la lucha milenaria de una parte de la humanidad contra la otra parte para mantenerla sojuzgada.

Las madres y los padres con conciencia unificada transmitirán a sus hijos e hijas el poder del amor, la interconexión y la interdependencia de todos los seres; no formarán hijos altivos e hijas humilladas por el desamor, ciudadanos de primera clase y ciudadanas de segunda clase, sino hombres y mujeres que puedan convivir con pleno respeto a sus diferencias sirviéndose mutuamente.

#Niunamenos

Acerca de la autora

Aída Reboredo Arroyo
Aída Reboredo Arroyo
Es autora de libros y artículos; cofundadora del primer centro de estudios de la mujer en México. Es Psicóloga Clínica con estudios de maestría y doctorado realizados en Francia y Brasil. Fue profesora universitaria en diversas instituciones académicas de la Ciudad de México y de Veracruz, así como cofundadora de las Agencias Especializadas en Delitos Sexuales.

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8 comentarios sobre “LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES”

  1. Dr. Carlos

    Excelente reflexión que nos hace discernir entre sino usurarios o usados, la formación forma o detona???

  2. Ivan Herrera

    La constante en estos articulos y en el mensaje a descubrir en la sabiduria milenaria se sintetiza en conciencia unificada…
    Es lamentable como hombre ser a lo largo de la historia el verdugo de la humanidad y de las mujeres, nos queda reflexionar y cambiar nuestra aproximación en este presente y en el futuro pues sin union, amor y empatia no llegaremos a nada bueno

  3. MARIA DINA GARCIA

    Aida querida:
    Altamente agradecida por tu sabiduría y por tu capacidad de profundizar en este tema, tan delicado en este preciso momento y que va llevando un camino tortuoso, que supongo necesario para llegar a apoderarnos de esa mujer cuya fuerza y poder parten de su esencia y se manifiesta en su propia biología, comercializada y sometida durante siglos y siglos, de una u otra manera.
    A las generaciones anteriores se les hizo comprender que su único poder útil era parir varones para la guerra y mejeres sometidas y expolotadas por su propia biología, expresada en su sexualidad y belleza.
    Hasta llegar a la cuesta actual, cuya sexualidad ya no tiene valor ni misterio.
    Se nos ha confundido, al creer en una posible igualdad en lo social, que nos ha llevado al desprecio o falta de aprecio por esa sagrada función biológica que nos permite ser las gestadoras de la vida, generación tras generación….
    Como primeras educadoras, hemos perdidos nuestro poder y nos hemos prestado a ser cómplices de un patriarcado de creencias degeneradas y carentes de sentido. Atrapados todos y todas, en un sistema que no hemos sabido romper a través de nuestras mejores capacidades como seres humanos.
    Educación es la clave y recuperar nuestra espiritualidad natural que nos hace una con la naturaleza, en la que integradas en la observación de los ritmos naturales, como muy bien dices tu, lograr establecernos en un mundo donde nadie sobra, donde lo masculino y lo femenino estan en perfecta armonía.
    El tema tiene mucho que explorar y no puede ser, que teniendo el poder que biológicamente la propia naturaleza nos confiere no seamos capaces de volver a nuestro origen, rompiendo las cadenas del odio y el victimismo que tanto nos perjudican y que niguna ley a logrado resolver.

  4. Colibrí333

    Este nuevo artículo toca el tema del papel de la madre como transmisora de valores y sistema de creencias y me hace reflexionar en dos puntos que son las dos caras de la misma moneda: Damos a nuestros hijos lo que hemos recibido de nuestros padres, y en ese sentido nuestros hijos son muchas veces el reflejo de lo que hemos recibido. Por lo tanto, si queremos ser “madres y padres con conciencia unificada” deberíamos quizás empezar por mirar el tipo de relación que mantenemos con nuestros padres y empezar a trabajar para sanar aquello que necesite sanación. Creo que nunca es tarde para hacer este trabajo de reconciliación incluso si ya estamos ‘bastante creciditos’ o si nuestros padres han fallecido. A veces es más fácil justificar nuestras conductas culpando a otros de los frutos que damos, sin embargo, si somos sinceros con nosotros mismos nos damos cuenta de que buscar chivos expiatorios no nos lleva a ninguna parte. Hagámonos responsables de nuestro propio camino; no hay de otra.

  5. Paola Ivett Domínguez Espinosa

    Me impresionó ver la historia de sometimiento de las mujeres, y de la humanidad, por la conquista de los arios en una grande extensión del planeta, hace unos cinco mil años. A causa de esto las tragedias griegas fueron usadas como estrategias didácticas para inculcar su sistema de creencias, donde la violación y el rapto de las mujeres era culturalmente aceptable. Violar, raptar era el medio para perjudicar ‘al prójimo’, a otro hombre por supuesto, según esta visión, como “dueño” de estos ‘extraños y problemáticos objetos’ llamados mujeres (relato de Filomela que se reveló amenzando a su violador). Es interesante ver que a través delas tragedias griegas, se insertó la desvalorización de las diosas y las mujeres, y la falsa creencia de la superioridad de dioses y hombres sobre ellas. Sin embargo es momento de salir de la tragedia griega para darnos cuenta, darme cuenta de que la misión de la vida de las mujeres no es la de procrear hijes, aunque esta grandeza biológica es propia del género femenino y oportunidad de la mujer para contribuir en el cambio de mentalidades hacia una visión unitaria, de interdependencia e interconexión en los seres humanos a su cuidado, conciencia que todos los seres humanos estamos llamados a desarrollar.

    Para mí, este artículo es una invitación a hacer valer mi derecho de detener la ignorancia transmitida por generaciones milenarias, de que la mujer fue creada para el ‘uso y abuso del hombre’, para dejar de verme a mi misma y a todo el género como una posesión del hombre y dejar de verme como vigilante de su control, en mi misma y en otras mujeres, para seguir sosteniendo sus tres pilares: miedo, culpa, pudor, con el que se nos ha anulado, violado y asesinado de forma recurrente en esta cultura post-aria que continúa hasta nuestros días. Me pregunto qué se sentirá vivir bajo un esquema de creencias donde la vida se base en una sabiduría de elementos femeninos equilibrados con la inclusión de lo masculino, sin exclusiones de género, como ocurría en India, Medio Oriente y Europa en tiempos prearios, qué sería del planeta y de la humanidad si esto ocurriese.

  6. M&M

    Es sorprendente la forma en como nos han transmitido un sistema de creencias donde se considera al hombre como ser superior y a la mujer como su propiedad utilizada para su placer sexual, para la reproducción biológica y para el cuidado de la prole y de los hombres. Como fueron cambiadas las creencias de tendencia ginocéntricas donde no se excluía lo masculino por creencias androcéntricas donde se excluye lo femenino.
    Con todo este conocimiento de los hechos pasados tenemos más elementos para desenmascarar el miedo, la culpa y el pudor que como mujeres venimos arrastrando.
    Observo la importancia que tenemos las mujer como transmisora de nuevas ideas, ideas ligadas a la conciencia unificada a las nuevas generaciones.

  7. Damián

    Este tema sacude fibras profundas, heridas, memorias, recuerdos, para cada mujer ….
    La gran mayoría, si no es que todas, por lo menos en México, hemos experimentado en carne propia en el interior de nuestros hogares la violencia y discriminación comenzando desde nuestros padres, abuelos, familiares. Desde que se es engendrado se espera que seas varón, de no ser así, la alegría de la concepción se desvanece y sólo queda resignación pasiva.
    Desde niñas se nos inculca de manera inconsciente que somos objetos de placer sexual, de servicio, desechables. Somos educadas para gustar. No se nos mira como personas. Somos maltratadas verbal, física, psicológicamente, porque nos redujeron a objetos sin valor y de servicio para el hombre. En la creencia que ellos son seres superiores a los cuales debemos estar sometidas.
    Hemos sido las mismas madres que de generación en generación transmitimos estos valores de discriminación, rechazo, violencia, a nuestras hijas. Se nos enseñó a callar, a aceptar todo tipo de abuso como parte de un sistema.
    Como mujeres nos han mutilado en nuestra esencia femenina para exaltar lo masculino, pero al hacerlo, negaron la parte femenina de Dios y apagaron su Luz.
    Hoy, necesitamos como mujeres, madres, encender la Luz de Dios que es en nosotras, en la fuerza de la procreación como generadoras de vida también podemos generar cambios en la mentalidad de nuestras hijas e hijos. Alimentar sus conciencias con nuevos esquemas de pensamiento, incluyentes, en donde la mujer y el hombre vivan desde la justicia y el respeto. No somos enemigos. Aunque distintos en forma física somos seres vivientes creados en semejanza e imagen del que nos creo, se nos brindó el mismo espacio para vivir junto con los otros seres vivientes, tranformar la conciencia implica aprender a convivir en paz.

  8. Damián

    Envío a continuación lo que me ha enseñado el retomar sus artículos María Magdalena -Yo sí te creo, La Violencia Contra las Mujeres, Solidaridad de Género.
    Me ha resultado muy revelador durante estos 15 días ir entrelazando las lecturas con el diario vivir, me doy perfecta cuenta de lo arraigado que ha estado en mí la violencia contra la mujer, que se traduce en violencia contra mí misma y contra mujeres de mi propio género. Durante mi existencia no he hecho otra cosa que repetir lo que intergeneracionalmente aprendí, hice lo que se esperaba de mi …
    Ha sido muy interesante hacer el ejercicio de Martha y María, Lucas 10, 38-42, sus contrastes son opuestos, debo señalar que me ha gustado situarme en el lugar de María, por un lado porque me ha permitido comprobar que no existe la ‘aparente superioridad con el hombre’, más bien creo, les hemos otorgado un poder inexistente permitiendo nos infrinjan sufrimiento, pero en el otorgamiento de ese poder, también les causamos sufrimiento. Comprendo la necesidad de restaurar el poder, la dignidad, el respeto por mí misma, por cada mujer sobre el planeta, para restaurar la vida humana en su totalidad.
    Algo que me ha impresionado es saber que siempre han existido las luchas de poder por los grupos dominantes que desean prevalecer e imponerse sobre los otros con sus ideas, ideas que están en nuestra mente hasta nuestros días y que vivimos como verdaderas, aprisionados en ellas. La violencia contra las mujeres es tan antigua como la misma historia, desde la era de las Diosas hasta María Magdalena y todas las demás, robándonos así, la propia identidad femenina y borrando nuestra existencia humana siendo reducidas a objetos de uso, desechables y sin valor; el valor que nos otorgaron está en ser ‘propiedad de’ … un padre, un marido, pero no de mí misma.
    A continuación comparto lo que de Martha y María he aprendido.

    Martha
    – Vive en un sistema de creencias en donde la mujer es inferior al hombre, está a su servicio.
    – Alimenta y sostiene son sus acciones estos pensamientos: desprecio, falta de valor personal, su palabra no es fiable,
    no es digna de consideración, cree que es su obligación tener hijos, cuidar de la familia y del marido, siempre al servicio de todos, objeto sexual y de placer, merece ser violentada física, verbal, psicológicamente, es responsable de los actos del hombre hacia ella, es ignorada, se percibe poco inteligente, rechazada, debe ser obediente a todo lo que se le imponga, es menospreciada.
    -Se ha convertido en vigilante de este sistema de creencias.
    -La base de su sistema de creencias es el miedo, la culpa, el pudor.
    -No es capaz de cuidarse a sí misma necesita de un varón que la cuide.
    -Ignora que vive en un sistema de creencias impuesto por el hombre en el que la mujer está excluida, no es digna de vida, es discriminada, le fue arrebatada su identidad femenina y perdió su poder.
    -La mujer internamente siente rechazo a su propio género y desea ser como el hombre, tener su poder.
    -La cultura dominante apagó nuestras capacidades y así también nosotras mismas.
    – Ignora que al mantenerse siempre en servicio se convierte en el centro de su entorno, ejerciendo el control de todo lo que le rodea.
    -Impide que los demás asuman la responsabilidad de sus propias vidas y entorno.
    -El silencio es parte del sistema de creencias, al hacerlo, nos convertimos en sus complices. No es un mérito vivir en silencio.
    -Nuestro valor está en la virginidad, al perderla, somos ‘productos’ sin valor.
    -Vivir como Martha es vivir en un mundo fragmentado.
    -El hombre se siente dueño de la Creación, se cree con derecho a tomar todo lo que esté a su paso, sin importar nada, porque al fin y al cabo siempre es justificado por los de su mismo género incluso por las mujeres.
    -Las mujeres en María Magdalena pasamos de ser las Amadas de Dios a prostitutas.
    -Vivir en un sistema de creencias falso genera violencia de género.

    María
    -Jesús fue el varón que restituyó la dignidad de la mujer, y habló en favor de ella a través de sus acciones y su vida.
    -María Magdalena no fue prostituta, ni la redimida por Jesús, fue la mujer valiente, fuerte, que acompañó e impulsó el ministerio de Jesús, su discípula Amada, al igual que cada una de nosotras.
    -Vive en igualdad de condiciones que el hombre.
    -Sabe que es necesario cambiar la manera de pensar para terminar con el sistema de creencias que oprime a las mujeres, restituyendo a la humanidad la parte que le falta.
    -Necesita conocer, para transformar, todas sus creencias discriminatorias que por generaciones le han sido transmitidas tanto por mujeres como por los hombres.
    -Cambiar el sistema de vigilancia antiguo por la solidaridad de género, salir del sistema familiar para apoyar y ayudar a las otras.
    -Sin temor, ni pudor, levantar la voz para denunciar cualquier abuso hasta ser escuchadas.
    -Podemos cuidar de nosotras mismas.
    -Alto a la auto violencia.
    -Las hijas y los hijos tienen los mismos derechos.
    -Cambiando de mentalidad puedo recuperar mi feminidad y mi poder.
    -Soy digna de vivir la Vida tal cual Dios me la otorgó porque soy su hija Amada.
    -Sabe que al liberar la conciencia de las mujeres libera la conciencia de la humanidad.
    -Desarrollar la interconexión, la integración, de mujeres y hombres para lograr la paz. Como mujeres tenemos el poder de unificar cada fragmento de nuestra vida y del mundo.

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