La espiritualidad de Jesús no puede reducirse a una ideología ni encerrarse en marcos conceptuales y doctrinas rígidas que obstaculizan la experiencia espiritual. La esencia de su mensaje se sintetiza en pocas frases que remiten a la unidad, como es la afirmación «Yo y el Padre somos uno» (Juan 10:30). Esta conciencia de unidad sobreviene cuando se produce la comprensión vivencial, no teórica, de la interconexión en el Uno. En esta unión inefable desaparecen los dogmas que clasifican, dividen, jerarquizan a la humanidad según género, raza, nación, religión, clase social.…