Si quieres encontrar los secretos del universo, piensa en términos de energía, frecuencia y vibración.
Nikola Tesla
Amor y miedo son estados energéticos que se distinguen por sus propiedades particulares y por los efectos disímiles que generan. El amor es el aglutinante del Todo, el lazo que restablece la unidad; la expresión de la afinidad con el Todo. La esencia del amor es armonía que se refleja en unificación. El miedo dispersa, desintegra la posibilidad de alcanzar un orden, genera caos tanto en el ámbito individual como colectivo. El miedo es la no-aceptación del yo de ser parte de la totalidad causando la falsa idea de separación; este rechazo crea caos interno y confusión propiciadores de enfermedades. La ambición de control y dominio es reflejo del miedo.
La humanidad es adicta al miedo: miedo a no ser aceptado, a las pérdidas, a la enfermedad, a no controlar las circunstancias imprevisibles de la existencia, y el mayor miedo, el que subyace bajo todos los demás: miedo a la muerte. La mente racional entiende y acepta lo que puede comprobar, aunque la comprobación consista únicamente en principios matemáticos y físicos. En la medida en que el individuo adquiere mayor racionalidad disminuye su capacidad de integrar vida y muerte. Se produce una fragmentación de la conciencia, se pierde la capacidad de unificar: la mente dualista se convierte en dominante. La supremacía de la racionalidad fragmentadora conduce al individuo a vivir dividido entre los saberes atemporales del alma permanentes en la conciencia humana y el conocimiento racional. Esta incongruencia se traduce en incertidumbre y miedo. El miedo a la muerte desaparece cuando se acepta que no existe división entre los diversos aspectos de la existencia (1).La división entre vida y muerte proviene de la visión fragmentada que nos conduce a dividir a todo de todo (2).Nada puede morir: el Todo que es inherente a la vida es eterno e infinito.
El concepto mente desplazó en Occidente al concepto alma a partir de la Ilustración del siglo XVIII, relegándose su uso al ámbito cada vez más reducido y enjuiciado de la espiritualidad. La mente se convirtió en protagonista de la realidad humana: Pienso, luego existo (Je pense, donc je suis) sostuvo Descartes. A partir de entonces las personas consideradas cultas fueron aquellas centradas en la razón cartesiana, considerándose incultos y supersticiosos quienes dieron continuidad a los saberes eternos. Las religiones occidentales sólo empeoraron esta fragmentación con doctrinas antropomórficas maniqueístas sobre el Ser Infinito. Estas doctrinas estructuradas sobre la base de las dualidades bueno/malo, premio/castigo, ganar/perder, vida/muerte, cielo/infierno, son punta de lanza para el control de masas a través del miedo.
El alma es una forma de energía desconocida, aunque cada vez es mayor el acercamiento entre el lenguaje de la física cuántica y el de la espiritualidad. El concepto que más se aproxima a alma es el de campo: las almas son principios organizadores invisibles e inmateriales. Los campos —especialmente los campos mórficos— son principios organizadores invisibles, inmateriales que realizan la mayor parte de las acciones que se suponía que realizaban las almas (3). Los campos mórficos contienen memoria acumulativa.
Periódicamente se crea pánico colectivo a través de guerras y estados energéticos caóticos provocados por las jerarquías dominantes. Pasado el clímax de terror mantienen el suministro constante de confusión. Los medios de comunicación, las redes sociales, los videojuegos, son herramientas diseñadas para gestar caos mental, incongruencia, confusión, inseguridad, miedo que se traducen en conductas de autoviolencia/violencia que reflejan a nivel individual y colectivo la destructividad del sistema mundial. Las epidemias y las catástrofes naturales —consecuencias de la energía de discordia y destructividad de la humanidad— potencian estos estados emocionales de desintegración. Pero no somos víctimas, sino cómplices de este estado de cosas debido a la ignorancia espiritual y a los hábitos egocéntricos. Las cadenas de violencia individual y colectiva de las que cada persona es eslabón mientras no unifica el yo y el otro en el Todo, inician en el miedo. El amor es una poderosa energía de equilibrio e integración que nos une al ejército de luz, paz y amor de todas las dimensiones también llamadas cielos.
Estos estados caóticos son energéticamente afines a entidades usualmente invisibles para los sentidos humanos, pero no pasan desapercibidas para los animales. Sus particularidades, propiedades y funcionamiento forman parte del conocimiento guardado por la sabiduría perenne y expuesto en fuentes como el Zohar, los Vedas, textos budistas y la Biblia, entre otras. Estas entidades están ligadas de formas sutiles —y a veces no tan sutiles— a las jerarquías dominantes. Todas comparten un mismo propósito: sostener el estado de desintegración energética (miedo) en el planeta. En algunas ocasiones están ensambladas en cuerpos humanos y animales, en otras no se incorporan a éstos pero los manipulan a través de vibraciones; en todos los casos generan desarmonía.
Las emociones animales y las humanas producen estados energéticos similares entre sí. La agonía animal pasa desapercibida por la mayor parte de la humanidad. La semejanza entre la sangre humana y la sangre animal, así como la similitud entre las vibraciones producidas por el sufrimiento animal y humano, fueron razones por la que los sacrificios rituales humanos comunes en diversas sociedades fueran sustituidos por sacrificios animales. Los sacrificios de animales están en la actualidad masivamente presentes no sólo en rituales religiosos y tradiciones populares, sino en la industria mundial de procesamiento de carne. Están ampliamente documentadas las atrocidades a las que son sometidos los animales independientemente de la tecnología aplicada en las matanzas. El sufrimiento animal es similar en todos los mataderos del mundo, sean éstos de tipo artesanal, de tipo industrial con empleo de sofisticada tecnología o aquéllos bajo estrictas reglamentaciones kosher o halal.
A las anteriores formas de derramamiento de sangre y creación de sufrimiento y pánico se agregan las matanzas humanas provocadas por los intereses políticos, económicos y religiosos de la élite en el poder. Estas élites provocan sacrificios aún más masivos que los perpetrados por sociedades antiguas al servicio de las entidades rectoras de sus cosmovisiones. El estado energético que producen el sufrimiento humano y animal consolida la presencia de entidades organizadas, conocidas como vigilantes, voladores, asuras, demonios, espíritus inmundos, entre otras: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (4).
El estado de caos en que vivimos no es aleatorio, es constante y es parte de un plan maestro del que somos cómplices y víctimas simultáneamente. Cómplices por la codicia y el odio que caracterizan a las emociones humanas y víctimas porque estos mismos efectos retornan como búmeran contra quienes los producen. Se recibe lo que se da: dar y recibir son unívocos, están mutuamente implicados. La humanidad está atrapada en las vibraciones de sus propios pensamientos y sentimientos que son fruto de la ignorancia espiritual potenciada por la élite dominante a través de sus instituciones sociales, políticas, económicas, religiosas. No somos víctimas: el mundo es un espejo; la ley de causa-efecto que rige a la materia y al espíritu va más allá de nuestra comprensión y voluntad.
Así como el espíritu no está limitado al cuerpo, la mente no se localiza en el cerebro, no es propiedad del individuo sino un océano de energía compartido con toda la creación. La sabiduría perenne traducida en conocimiento cuántico pone de manifiesto que los diversos aspectos de la existencia no están divididos entre sí. La mente y la materia no son sustancias separadas sino aspectos diferentes de un movimiento integral e ininterrumpido (5). La teoría del orden implicado de David Bohm manifiesta que lo que en apariencia es un mundo de objetos y eventos separados y aislados es en realidad un mundo donde todo está replegado en una totalidad, en una unidad que no es posible fragmentar.
El conocimiento sobre el todo continuo al que David Bohm llamó Totalidad no dividida en movimiento fluyente (6)está presente en los saberes ocultos resguardados en libros sagrados, símbolos, leyendas y mitos de todas las naciones. Por ejemplo, la metáfora de la Red de Indra escrita en los Puranas hace aproximadamente 3 mil años, describe la interpenetración e interdependencia entre las partes de la totalidad: una telaraña multidimensional sostiene gotas de agua que se reflejan entre sí: cada gota es reflejada en todas las demás y a su vez recibe el reflejo de la miríada de gotas, produciéndose un intercambio infinito.
Rupert Sheldrake explicó por medio del modelo del campo mórfico los fenómenos de captación de información asociados a la intuición y a la telepatía. Los campos mórficos subyacen en nuestra actividad mental y en nuestras percepciones. Los campos mórficos de los grupos sociales conectan a los miembros del grupo incluso cuando están a muchos kilómetros de distancia, y proporcionan canales de comunicación a través de los cuales los organismos pueden mantenerse en contacto a cierta distancia, por lo tanto, ayudan a proporcionar una explicación para la telepatía. La telepatía es normal, no paranormal, natural no sobrenatural, y es común entre las personas (7).
El Big Bang, teoría cosmológica que intenta describir el punto inicial en que fueron creados de la nada la materia, el espacio y el tiempo, tuvo lugar hace unos 13 mil 800 millones de años. Esta Nada también denominada Ein Sof, Hu, Tao, que se hizo manifiesta después del Big Bang no es un ser, ya que, siendo autocontenida y autosuficiente no puede ser limitada por la existencia que limita a los seres. Si lo llamamos Ser Infinito debemos aceptar que no posee ninguna cualidad, porque cualquier cualidad que le otorgáramos estaría limitada por la finitud. El Ser Infinito sostiene a toda la creación con sus emanaciones infinitas (8). Estas emanaciones infinitas mantienen unidas a todas las partículas del mismo modo que lo estuvieron en el momento inicial de la creación del universo. La distinción entre el pasado, el presente y el futuro es solamente una ilusión (AlbertEinstein). El antes y el después no es una cualidad del mundo que percibimos, sino que pertenece a la mente perceptiva que… se ve incapaz de registrar nada de lo que se le ofrece si no es este esquema espacio-temporal (Erwin Schrödinger). La Nada es el Todo.
Sufrimos un acoso permanente por parte de poderes diversos —humanos y no-humanos— sin darnos cuenta que es el miedo causado por la conciencia fragmentada el que nos mantiene sometidos. El problema a resolver está en uno mismo. Cuando despertamos a esta realidad nos damos cuenta que no somos marionetas en manos de un poder sin rostro, sino manifestaciones del Ser Infinito con la posibilidad de generar cambios personales y en el entorno que se reflejarán más allá de lo que seamos capaces de imaginar. El universo es un complicado tejido de sucesos en el cual alternan, se superponen o se combinan conexiones de diferentes clases, que al hacerlo así determinan la textura del todo (Werner Heisenberg). Amar es la clave para romper el cautiverio del miedo, pero para despertar la capacidad de amar es necesario reparar la conciencia fragmentada. No debe confundirse el concepto de amar con pensamientos de posesión. Amar no consiste en depositar un sentimiento en algo finito, sino en la unión consciente con el infinito en el Todo.
No es difícil salir de este laberinto de espejos en que nos encontramos. Para ello es necesario prestar plena atención al hábito del pensamiento fragmentado… para ponerle fin. Entonces el acercamiento de la persona a la realidad será integrador, lo mismo que su respuesta (9). Si entendemos que nuestro poder radica en la unión, en la integración, haremos estallar la burbuja del miedo sostenida por la visión fragmentada. La interconexión y la interdependencia son herramientas que permiten al individuo producir orden (amor) para sí mismo, para su entorno y el universo, sin salir de su casa. El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo (10).
Ser conscientes que estamos inmersos en un sistema en que las partes se influencian mutuamente nos permite escoger la forma coherente de participación en el Todo, convencidos que la manera en que vivimos la vida diaria, aún en sus momentos más insignificantes, impacta a la totalidad. La energía del pensamiento y de los sentimientos produce cambios en el campo que conecta a toda la creación. Un cambio que se produzca en un lugar repercutirá en todas partes. Liberarnos de la falsa creencia de ser individuos separados, ajenos unos a los otros, nos permitirá recobrar nuestra inteligencia integral y entonces podremos entender que todo es Uno. Esta visión integradora en que el sujeto se reconozca a sí mismo y al otro como participantes del Ser Infinito producirá resonancias infinitas y eternas como infinito y eterno es el ser que somos.
(1) David Bohm Wholeness and the Implicate Order p 14, Routledge Classics New York 2002
(2) David Bohm op cit p 36
(3) Rupert Sheldrake Resonancia Mórfica y Campos Mórficos https://www.sheldrake.org/espanol/resonancia-morfica-y-campos-morficos-una-introduccion
(4) Efesios 6:12 Reina-Valera 1960
(5) David Bohm op cit, p 88
(6) David Bohm id p 190
(7) Rupert Sheldrake op cit
(8) Aryeh Kaplan Sepher Yetzirah academia.edu PDF, p 57
(9) David Bohm op cit p 30 (10) Proverbio chino y paradigma cuántico
Acerca de la autora
- Es autora de libros y artículos; cofundadora del primer centro de estudios de la mujer en México. Es Psicóloga Clínica con estudios de maestría y doctorado realizados en Francia y Brasil. Fue profesora universitaria en diversas instituciones académicas de la Ciudad de México y de Veracruz, así como cofundadora de las Agencias Especializadas en Delitos Sexuales.
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