El amor es, además de un sentimiento, una energía que no puede ser limitada: es el principio de la existencia universal. Del amor hemos nacido. Según el amor hemos sido hechos. Hacia el amor tendemos. Al amor nos entregamos (1). El amor unifica. No puede ser reducido a principios, doctrinas, dogmas, nombres o formas. La creación está sostenida por esta energía que nos constituye en Unidad: Mi ‘naturaleza íntima’ es la Suya, realmente, sin falta ni defecto. Entre nosotros dos no hay tiempo y en mi alma el mundo oculto se manifiesta. Después de haber conocido mi alma sin mezcla ni desorden, he llegado al objeto de mi amor, sin largas ni cortas distancias… ni tengo duración temporal que pueda destruirme (2).En un mundo que se deshace en confusión, egoísmo y miedo, nuestro poder es el amor.
La creación está entrelazada con múltiples dimensiones o mundos; el poder del amor abre la puerta a la conciencia unificada que detecta la unidad oculta en la diversidad de las apariencias. Las personas que activan el poder de amar observan paisajes que parecen irreales a quienes están cegados por las luces y sombras del reino de las cosas. Un gran número de mujeres y hombres de todas las épocas y religiones que accedieron a la visión unificadora del amor, fueron y son víctimas de las jerarquías de sus religiones de pertenencia.
Los místicos no requieren el tamiz de las religiones para relacionarse con la Unidad. Este contacto directo, sin intermediarios, del alma con su origen es semejante en místicos ligados al zoroastrismo, judaísmo, cristianismo, islam, hinduismo, budismo, taoísmo y chamanismos. Los místicos, independientemente de la tradición espiritual de donde provengan tienen en común, además de la visión que trasciende el mundo de las cosas, el intenso sentimiento de amor y la ardiente forma en que lo expresan: deslumbrantes flamazos de poesía, canto y danza, antorchas que iluminan la oscura noche de la humanidad. Algunos místicos se vinculan en amor con el Creador, como son los sufis y cabalistas, otros con el mensajero considerado avatar, como es el caso de cristianos, hindúes y budistas.
Amar moviliza estas fuerzas que escapan a la razón, pero que son discernibles con el corazón. El ego falso centrado en sí mismo y en ‘los míos’ se autolimita y fragmenta, tomando la parte como si fuera el todo. Las estrategias de dominación fomentan esta necesidad del ego falso de sentirse único y especial. El amor rompe barreras, borra fronteras, permite la visión de la unidad más allá de las aparentes diferencias. El sistema dominante refuerza la visión fragmentada, la mentalidad tribal que prevalece en la humanidad. Esta falaciosa interpretación de la realidad crea pensamientos y emociones excluyentes, con la finalidad de fomentar la conciencia fragmentada en individuos centrados en sí mismos. Las redes sociales crean un espejismo de unidad, pero en realidad afianzan la fragmentación que se traduce en dominación, competencia e importancia personal.
¡Es el amor el que te habla, llamándote más allá de este reino creado! (3).La voz del amor, de la Unidad, en un inicio es silenciada por el pensamiento racional. Si la persona persevera y logra escucharla, inicia el camino de la Infinita Profundidad que conlleva el cambio progresivo de la identidad individual centrada en el ego falso —familia, grupo de pertenencia, nación— a una identidad ligada a la Unidad. A partir de esta comprensión de la Unidad se forja la nueva mente, la mente despierta del místico: Si decimos: yo soy Uno, ¡su ser también lo es! Si mi ser se afirma, ¡resulta la dualidad! (4).
Recordándote, me he perdido tanto a mí mismo, que a quien encuentro en mi camino, le pregunto por mí (5). El recuerdo del Eterno es el pivote sobre el que giraron Shams-i-Tabrīzī y Rumi y siguen girando los derviches que unen cielo y tierra con brazos extendidos y miradas extasiadas; es la fuerza de los devotos que despiertan en las madrugadas abrazados en el interior y el exterior por el Primero y el Último. Husayn Mansur Al-Hallaj, el mártir en permanente recuerdo del Amado, dijo: En aquella gloria no hay yo, ni nosotros, ni tú. Yo, nosotros, tú y Él, todo es una y la misma cosa (6). Y dijo el mártir la conocida frase por la que fue acusado de ‘usurpar el poder supremo de Dios’, Ana al Haqq, Yo soy la Verdad. Al Haqq es uno de los 99 Nombres de Allah, por ello la frase repetida por Mansur hasta su crucifixión y muerte significa Yo soy la Unidad.
Las certezas de unidad de la conciencia unificada son usualmente rechazadas por las religiones dualistas establecidas. Las religiones de raíz cristiana aceptan esta unidad, pero la limitan a Jesús. Desde esta perspectiva doctrinal, la declaración Yo y mi Padre somos uno (7) sería privativa de Jesús. Sin embargo, afirmaciones como la anterior y como Mi Padre está en mí y yo estoy en mi Padre (8) son comunes entre los místicos y una realidad sin discusión para las personas conscientes de la Unidad. Ya no soy lo que era, porque decir yo y Dios es una negación de la Unidad Divina (9).
Jesús centra su enseñanza en tres mandamientos de amor que se sintetizan en uno solo: amar la Unidad. Estos mandamientos reflejan la relación intrínseca Dios/prójimo/yo: El más grande de todos los mandamientos es: Escucha, oh Israel: Yahweh nuestro Dios, Yahweh uno es, y amarás a Yahweh tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Y el segundo es similar a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que éstos (10). Jesús retomó estos mandamientos de Deuteronomio 6:4-5 y de Levítico 19:18, respectivamente. Estas son enseñanzas eternas que ninguna persona debería soslayar.
Rābe’ah ‘Adawiyya al-Qaysiyya, la niña huérfana persa del siglo VIII vendida como esclava por un precio insignificante, a pesar de su indigencia material o gracias a ella, se sintió una en el Uno: ¡Oh Dios mío! Mi única ocupación, mi único deseo en este mundo, entre todas las cosas creadas, es tu recuerdo (11). Durante su peregrinación hacia La Meca, Rābe’ah gritó: mi corazón está lleno de tristeza. ¿Adónde me dirijo? Sólo soy un puñado de polvo y tu casa es sólo una piedra. Eres mi único deseo (12).
Preguntaron a Rābe’ah ¿De dónde vienes? Del otro mundo, respondió. ¿Adónde vas? Al otro mundo, contestó. En este mundo, ¿qué haces? preguntaron. Me burlo de él, dijo… Consumo el pan de este mundo, explicó, mientras me ocupo de los asuntos del más allá. Preguntaron en cierta ocasión a Rābe’ah: ¿Amas a Dios? Si, afirmó. ¿eres enemiga de Satán? Insistieron. Rābe’ah confesó: Mi amor del Compasivo no me deja hostilidad hacia Satán (13). Dijo también: a mí, Tú me bastas (14). Santa Teresa de Ávila, ocho siglos después, repitió en eco de amor la misma frase: Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta (15).
Farid al Din Attar, en El lenguaje de los pájaros, escribió: Si no sientes el mismo amor que Rābe’ah, ¿cómo vas a entender el valor de este cuento? Mientras giras y giras en este mar de vanidades, se levantan olas por tus rechazos y tus aceptaciones. Unas veces te dejan entrar en la Ka’aba, otras veces te llevan al convento, pero si asomas tu cabeza del torbellino podrás centrarte, más y más, con cada aliento, en el Amado (16).
El poderoso Rey David escribió: Pacientemente esperé en Yahweh; Él se volvió a mí y puso atención a mi súplica. Me sacó del pozo de la depresión, del fango de la desolación; sobre una roca puso mis pies y afirmó mis pasos. Puso un cántico nuevo en mi boca (17). Su hijo Salomón escribió en Cantar de los Cantares: Yo les suplico, oh hijas de Jerusalén, si hallan a mi amado, cuéntenle que estoy enferma de amor (18). Les suplico… que no inciten ni despierten el amor hasta que quiera (19). Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni los ríos lo podrán anegar (20).
La finalidad del amor espiritual es la reunificación o identificación que implica que la esencia del amado se convierta en la esencia misma del amante y la esencia del amante la esencia misma del amado (21). Como consecuencia de esta identificación, San Juan de la Cruz escribió: En una noche oscura, con ansias, en amores inflamada ¡oh dichosa ventura!, salí sin ser notada estando ya mi casa sosegada (…) ¡Oh noche que guiaste!… ¡Oh noche que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada! (22). Como epígrafe del poema, escribió San Juan de la Cruz: Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual. El Corán habla de esta alma sosegada: Oh alma que estás en reposo, Retorna a tu Señor, tú que estás bien complacida con Él, tú con Quien Él está bien complacido. Así, entra entre Mis siervos. ¡Y entra a mi Jardín! (23).
Para Teresa de Ávila no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho (24). La Santa explica en las Séptimas Moradas que pasa esta secreta unión en el centro muy interior del alma, que debe ser adonde está el mismo Dios, y a mi parecer no ha menester puerta por donde entre… Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar… queda el alma, digo el espíritu de esta alma, hecho una cosa con Dios (25). …en este templo de Dios, en esta morada suya, sólo Él y el alma se gozan con grandísimo silencio (26). En el poema Coloquio amoroso confiesa que Lo que más temo es perderte (27). Teresa, la mujer valiente a quien las jerarquías eclesiásticas del Santo Oficio de la Inquisición no lograron amedrentar lo suficiente como para que renunciara a amar, a pensar y a escribir, a pesar de las muchas hogueras que se levantaron a su paso, escribió en el poema ¡Oh hermosura que excedéis!: Juntáis quien no tiene ser con el Ser que no se acaba; sin acabar acabáis, sin tener que amar amáis, engrandecéis nuestra nada (28).
Amar es una experiencia espiritual liberadora: ‘Esto es Amor: volar hacia un cielo secreto, rasgar cien velos a cada instante. Al principio renunciar a la vida; al final, caminar sin pies. Considerar este mundo como si fuera invisible y hacer caso omiso de lo que aparezca al ser (29). Amar es también un acto de libre reciprocidad: Ámame para que yo te ame. Si tú no Me amas, Mi amor jamás podrá alcanzarte (30).
La emoción opuesta al amor es el odio. El odio —ira, deseo de dominar— es desintegrador, produce desequilibrios que conducen a enfermedades físicas y mentales. En el odio subyace el miedo que es consecuencia de la falta de amor: En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor, porque el temor proviene de la desconfianza, y el que teme no ha sido perfeccionado en el amor (31). El miedo está causado por la falsa idea de ser una entidad separada, desamparada, en peligro. El amor —caridad, respeto por todas las formas de existencia— es integrador, crea y mantiene equilibrios orgánicos y sociales. Buda manifestó: En este mundo, el odio nunca cesa a través del odio; sólo cesa a través del amor. Esta es una ley eterna (32). Jesús expresó de este modo la ley eterna sobre el poder del amor sobre el odio: Han escuchado que se dijo: ama a tu prójimo y odia a tu enemigo, pero yo les digo: amen a sus adversarios, bendigan al que los maldice, hagan el bien al que los aborrece y oren por los que los llevan por la fuerza y los persiguen (33).
El amor al Eterno se traduce en la vida diaria en amor al prójimo. Si la experiencia espiritual de amor al Eterno no se traduce en amor al prójimo, es probable que sea una experiencia de religiosidad destinada a obtener seguridad personal y se confunde con una experiencia espiritual de amor. La principal enseñanza de Jesús consistió en amar: Dios es amor, y todo el que permanece en amor permanece en Dios (34). Pero si alguno dice ’yo amo a Dios’ pero odia a su hermano, el tal es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano a quien ha visto ¿Cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y este es el mandamiento que hemos recibido de Él: todo el que ama a Dios, también ame a su hermano (35).
La experiencia espiritual de amor no está limitada al nombre con que se invoque al Amado ni por el ritual devocional que se aplique: Hubo un tiempo en el que rechazaba a mi prójimo si su fe no era la mía. Ahora mi corazón es capaz de adoptar todas las formas: es un prado para las gacelas y un claustro para los monjes cristianos, templo para los ídolos y la Kaaba para los peregrinos, es recipiente para las tablas de la Torá y los versos del Corán. Porque mi religión es el amor. Da igual, adonde vaya la caravana del amor, su camino es la senda de mi fe (36). Debes saber que judaísmo, cristianismo e Islam, como las otras religiones, son designaciones y nombres; el objetivo que se busca a través de ellas es siempre el mismo y es invariable (37).
Cada místico tiene su propia manera de ligarse al Amado: un día una voz clamará: No hay ruta ni sendero (38) ¿Dónde me buscas? ¿No ves que estoy a tu lado? No estoy en el templo ni en la mezquita… No estoy en los ritos ni en las ceremonias… Si eres un verdadero buscador me verás enseguida; en un instante me encontrarás. Dios es el aliento de todos los alientos (39).
Las religiones en su mayoría han convertido las enseñanzas de amor en doctrinas y rituales, ocultando la esencia del mensaje común a todas ellas que es despertar a la conciencia de unidad Creador-Creación. Necesitamos experiencias espirituales que transformen las conciencias, para poner fin a las atrocidades producidas por las religiones dogmáticas, avasalladoras. Unidad y conciencia unificada son sinónimos de amor. Las doctrinas religiosas sobre Jesús dividen a judíos, musulmanes y cristianos. Dividen asimismo a millones de cristianos entre sí; sin embargo el mensaje de Jesús por Jesús no genera controversias porque no es doctrinal, por lo tanto no es excluyente: es un mensaje incluyente que ensambla la vida cotidiana con la Unidad indivisible.
Fui de Dios a Dios, hasta que gritaron desde mí, dentro de mí, ¡oh, Tú-Yo! (40).
(1)Ibn Arabi Tratado del Amor EDAFArca de Sabiduría, Madrid 1996; p 36.
(2) Ibn Arabi Tratado de la Unidad Editorial Sirio S.A., Málaga 2002, pp 83-84.
(3) Khâqâni Shirwanî, cit Dr Javad Nurbakhsh, En el Paraíso de los Sufíes, Luis Cárcamo editor, Madrid 1992.
(4) Ibn Arabi Tratado del Amor op cit; p 32.
(5) Khâqâni Shirwanî, op cit.
(6) Ibn Arabi Tratado de la Unidad op cit; p 19.
(7) Relato del Evangelio según Juan 10,30 Biblia Peshitta en Español Traducción de los Antiguos Manuscritos Arameos, Tennessee 2006.
(8) Relato del Evangelio según Juan 10,38 Biblia Peshitta.
(9) Ibn Arabi op cit p 55.
(10) Relato del Evangelio según Marcos 12, 29-31 Biblia Peshitta.
(11) Rābe’ah ‘Adawiya, cit Dr Javad Nurbakhsh, Mujeres Sufíes, Ediciones Nur, Madrid sf; pp 64-65.
(12) id p 28.
(13) ibid p 45.
(14) ibid p 64.
(15) Nada te turbe, Santa Teresa Obras completas Editorial Monte Carmelo, Burgos 2006.
(16) Dr Javad Nurbakhsh, Mujeres Sufíes op cit; p 32.
(17) Libro de los Salmos de David 40,2-3 Biblia Peshitta.
(18) Cantar de los Cantares 5,8 Biblia Peshitta.
(19) id 8,4.
(20) ibid 8,7.
(21) Ibn Arabi Tratado del amor op cit; p 95.
(22) Noche oscura, San Juan de la Cruz Obras completas Editorial Monte Carmelo, Burgos 2005.
(23) Sagrado Qur’an 89,27-29, AhmadiyyahAnjuman, Lahore 1986.
(24) Cuartas Moradas 1,7 Santa Teresa op cit.
(25) Séptimas Moradas 2,3 id.
(26) ibid 3,11.
(27) Coloquio amoroso ibid.
(28) ¡Oh hermosura que excedéis! ibid.
(29) Mevlana Yalal al-din Rumi, Caminar sin pies; en Rumi. Versos desde el corazón Kabir Helminski, Editorial Paz, México 2007.
(30) Bahá’u’lláh, Las palabras ocultas Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’is de México, A.R., México 2008.
(31) 1 Juan 4,18 Biblia Peshitta op cit.
(32) Dhammapada la enseñanza de Buda, Versos gemelos 1-5.EDAF Arca de Sabiduría, Madrid 1994.
(33) Relató del Evangelio según Mateo 5:43-44 Biblia Peshitta.(
34) 1 Juan 4,16 Biblia Peshitta.
(35) 1 Juan 4,20-21.
(36) Ibn ‘Arábi Intérprete de los deseos, Editora Regional de Murcia, Murcia 2002.
(37) Mansur al Hallaj, cit Soraya Ayouch, La Passion de Husayn Mansûr Al Hallaj Cairo.info.
(38) Omar-El-Khayyam Rubaiyat Poema 19 Editores Mexicanos Unidos, México 2000.
(39) Kabir, Cien poemas Poema 1 EditorialFontana, Barcelona 2003.
(40) Bayazid de Bistam, cit Tratado de la Unidad op cit.
Acerca de la autora
- Es autora de libros y artículos; cofundadora del primer centro de estudios de la mujer en México. Es Psicóloga Clínica con estudios de maestría y doctorado realizados en Francia y Brasil. Fue profesora universitaria en diversas instituciones académicas de la Ciudad de México y de Veracruz, así como cofundadora de las Agencias Especializadas en Delitos Sexuales.
Últimas entradas
- Psicología28 agosto, 2021EL MENSAJE DE UNIDAD – Jesús y la mujer de Siquén
- Psicología25 julio, 2021LAS VIDAS PASADAS – Psicoterapia de regresión a otras vidas
- Conciencia unificada11 abril, 2021HIJO DE HOMBRE – Las enseñanzas de Jesús de Nazareth
- Espiritualidad6 marzo, 2021Y DESPUÉS DE MORIR, ¿QUÉ PASARÁ? —Entre el espíritu y la materia
Muchas gracias Aída por este nuevo regalo que nos haces con tu reciente artículo. Muy inspirador y bellamente escrito. Cuando terminé de leerlo me sentí feliz y lleno de la energía que da el volver a tomar conciencia de lo que somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Las citas sobre el Amor de místicos de todos los tiempos, culturas y tradiciones religiosas prueban lo que expresas en la siguiente frase: “La experiencia espiritual de amor no está limitada al nombre con que se invoque al Amado ni por el ritual devocional que se aplique…”. Todo esto sería sin embargo una experiencia vacía de sentido si no se expresara en obras concretas en favor de nuestro prójimo. Con tu artículo nos muestras que los verdaderos místicos son los que descubren a su Amado en cada ser que encuentran a su paso. Esto significa vivir en conciencia de Unidad.
Gracias por este nuevo articulo, fluido y armonico.
El poder de amar esta en todos y cada uno de nosotros. Ha de estar pues somos todos espiritualmente reflejos multicolores de Dios!.
Despertar la semilla del amor sembrada en nuestros espíritus entiendo se inicia al despertar ese amor por nosotros mismos, reconocer el privilegio de existir donde quiere que estemos. Amarnos intensamente nos permite armonizar plenamente con el entorno. Nos permite integrarnos al todo al recibir y reflejar la energia unica de la cual formamos parte. Permite reconocer que no somos centro sino parte del todo.
Gracias por tu escrito. Sentirlo como mio es porque refleja este la unidad de todos .
Amor es la clave, al amarnos emitimos amor y recibimos amor de la gran red de todo.
Leí este artículo, me quedé reflexionando…
El poder de amor, durante la vida en mis tiempos, en qué momentos he dado el amor incondicional para ayudar al ajeno? Y si es incondicional, por qué solamente pude dar ese amor en momentos definidos?
Sé que el amor de Dios inmuta en todos momentos tanto altos y bajos…, pero yo en verdad he demostrado ese mismo amor que Dios lo manifesta siempre?