In lak’esh/Hala ken
Yo soy tú/tú eres yo
Se vive a ciegas temiendo la escasez de lo que consideramos bueno y anhelando lo que nos da paz. Se cree que tanto lo temible como lo anhelado aparecen y desaparecen de forma aleatoria, impredecible, provenientes de misteriosos e incontrolables giros de la suerte. Lo cierto es que no somos prisioneros de la suerte ni de algún dios que nos castigue o recompense de acuerdo a sus caprichos. La suerte no existe. Empoderarnos proviene de entender y vivir la red de interconexiones en la que existimos y actuar conscientes de la relación entre causa y efecto.
Cuando la persona ignora la ley de responsabilidad, ley de retribución, ley de causa efecto o ley de karma, se siente impotente para definir la ruta de su vida, se siente víctima de fuerzas que se mueven en la oscuridad, poderes que no controla y que producen lo temido o lo anhelado sin que exista la posibilidad de prevenir el presente y menos aún el futuro.
Al ignorar la concatenación retributiva de los actos se vive en inseguridad y miedo sintiéndose la persona víctima de fuerzas oscuras que desconoce. En esta dinámica de la ignorancia, la vida se percibe como una secuencia aleatoria y por lo tanto impredecible de recompensas y castigos que generan inseguridad y miedo.
La liberación de esta ignorancia consiste en entender que cosechamos lo que hemos sembrado aunque no recordemos las circunstancias de la siembra o ignoráramos en el momento de la siembra el tipo de semilla que estábamos sembrando. La estrategia para lograr esta liberación no consiste en la realización de rituales u otras técnicas surgidas de la inseguridad. La estrategia es la adhesión total a la bondad: “trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”; en esta regla de oro se fundamenta la ética de todas las religiones: “lo que se siembra se cosecha” dice el libro de Gálatas (6,7) y en esto consiste la ley de causa efecto. Con la aplicación de este conocimiento simple se siembran semillas de paz y no se siembran semillas de sufrimiento. Aunque las semillas de sufrimiento sembradas anteriormente darán sus frutos que se cosecharán mientras se aliste el campo para la nueva siembra.
Como todo está interconectado, el bien que hago al prójimo (no sólo humano, sino a cualquier criatura) me lo estoy haciendo a mí porque mi yo no es una entidad exclusiva, separada ni aparte sino una unidad, una interconexión de yos, un vínculo unívoco yo/tú.
Si daño seré dañada, si vivo ejerciendo compasión por todos los seres, viviré inmersa en la compasión de todos los seres visibles e invisibles de la inimaginablemente vasta y admirable creación de la que formo parte activa y no pasiva.
Al sembrador le basta saber que la semilla sembrada germinará en la oscuridad de la tierra y sus retoños saldrán a la vista en algún momento inesperado.
Dar y recibir son dos caras de la misma moneda: lo que se da se está recibiendo y lo que se recibe se está dando. Al ignorar este carácter recíproco entre dar y recibir se vive en la mayor turbulencia sin entender que lo recibido es semejante a lo que se está dando. Se siembran semillas de codicia e ira y se espera cosechar benevolencia y justicia. Esta conciencia desvinculada o conciencia fragmentada produce sufrimiento.
Como todo lo existente está vinculado entre sí, todo pensamiento, intención, sentimiento, palabra o acción resuena en semejanza como el eco es semejante al sonido que lo produce. Por eso es necesario vivir con cautela, con la conciencia despierta, siendo conscientes que con nuestras vidas producimos consecuencias no sólo en nuestras casas, sino en todo lo existente. Las grandes guerras, los holocaustos, la violencia que constatamos cada día en nuestras sociedades es la suma de las energías de ira de nuestros propios corazones. Cada corazón humano provee al mundo energía de guerra o energía de paz. Seamos conscientes de las consecuencias que genera la manera en que vivimos cada instante, consecuencias no sólo para quienes las producen sino para la humanidad y la creación en su conjunto. Somos cien por ciento responsables de lo que ocurre no sólo en nuestro diario vivir, sino en la Vida infinita y eterna.
Las afinidades son redes en las que nos movemos, son creaciones producidas por la forma de vivir que se escoge. Una persona astuta para engañar se vincula a la red de afinidad de la astucia; una persona que vive en verdadera bondad y no en la falsa bondad del ego que busca reconocimientos, crea afinidad con la bondad. Estas afinidades que creamos son visibles e invisibles; cada vibración que producimos se interconecta potenciándose mutuamente. Por vivir ignorando esta interconexión, en mentes fragmentadas, los humanos causamos temor y terror en la Tierra. Temor y terror que no sólo cosecha quien lo siembra, sino que se esparce por toda la creación. Génesis 9:2 dice: ‘El temor y el terror de ustedes estará sobre toda bestia de la Tierra y sobre toda ave del cielo, sobre todo lo que se arrastra en la tierra y sobre todos los peces del mar, pues serán entregados en sus manos’. Cuando una persona entiende en toda su profundidad la interconexión, el Interser, renuncia a causar daño y progresivamente su mente obnubilada discierne lo que antes no discernía, entiende que es malo lo que antes consideraba bueno y viceversa, y corrige, porque de una misma fuente no puede salir agua amarga y agua dulce a la vez.
El método que nos ofrece la sabiduría perenne para lograr una forma no dañina de existencia, es la Corrección: el retorno a la conciencia de interconexión. La Corrección pone en marcha el retorno a la otra orilla, la orilla de la que alguna vez partimos hacia el mar de la confusión.
La sabiduría perenne nos muestra que ante hechos importantes de nuestras vidas, sea que los consideremos favorables o desfavorables, nos preguntemos ¿qué debo aprender de esto? Ante este voluntad de ejercer paz y amor en nuestro diario vivir, se logran progresivamente las transformaciones necesarias para el cambio de vida, activándose nuevas redes en los planos sutiles de la vida (bioquímico, bioenergético, psicológico, espiritual) hasta que se consolida el entendimiento que conduce a la sabiduría, considerando que la sabiduría es la aplicación práctica del conocimiento de la unidad.
Nunca culparnos, sino aprovechar los errores para transformarnos: la culpa la produce un error pasado que en el presente se entiende que fue un error, pero en el pasado no se entendía que fuera un error. Salir del ensimismamiento, del adormecimiento, despertar a la conciencia de interconexión. La culpa produce estancamiento e impide la transformación de la conciencia. Somos seres capaces de generar efectos admirables de paz y bien en nuestras vidas, en nuestro entorno inmediato y en toda la creación.
Transformemos nuestros corazones para que podamos crear en congruencia la nueva forma de vida que asegure que no habrá más víctimas de la violencia que arrastramos de generación en generación, en interminables cadenas intergeneracionales. Usemos el mayor poder transformador al alcance de un ser humano: el inconmensurable poder del amor. El poder del amor moviliza todas las fuerzas afines de amor y compasión activadoras de la gran transformación que todas y todos anhelamos y merecemos, pero depende de cada una, de cada uno, de tí, de mí, sembrar causas de amor y compasión para la sanación de nuestras almas y del alma de la Tierra.
Acerca de la autora
- Es autora de libros y artículos; cofundadora del primer centro de estudios de la mujer en México. Es Psicóloga Clínica con estudios de maestría y doctorado realizados en Francia y Brasil. Fue profesora universitaria en diversas instituciones académicas de la Ciudad de México y de Veracruz, así como cofundadora de las Agencias Especializadas en Delitos Sexuales.
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La esencia del amor en nuestras vidas esta en la capacidad de encontrar armonia en nosotros mismos como parte del todo que integramos. Como encontrar armonía en nosotros mismos si no nos integramos con amor al entorno cotidiano. La llamada “suerte” es reflejo de la luz del amor incondicional que seamos capaces de brindar.
Estar en armonia de amor es brindar alcance infinito a nuestro espiritu.
Muy hermoso artículo con visión perspicaz.
Comparto mi punto de vista superficial.
Causa y efecto, es como la actividad del remo en un barco, sepa o no adónde me quiero dirigir, siempre llegaré a algún destino.
Por lo tanto, es importante estar consciente de qué fruto deseo cosechar (destino), para poder saber cómo mover (causa) el remo correctamente hacia la dirección (efecto) que deseo llegar.
Cuánta sabiduría!
Nos toca ahora ‘desempacar’ estas enseñanzas aplicarlas a nuestras vidas y así lograr la transformación que tanto anhelamos, para nuestro bien y el de toda la Creación.
Estupendo!!!! Gracias por este hermoso e invaluable regalo.
Gracias por el tema de la Ley Causa-Efecto.
Considero de gran importancia entender esta Regla de Oro, con ella nos hacemos conscientes de las implicaciones que tienen nuestras acciones en nosotros mismos y en las demás criaturas.
Reconociendo que nada es al azar, sino consecuencia de nuestras decisiones podemos elegir continuar sembrando semillas de sufrimiento o cambiar la siembra por semillas de amor y compasión, que ayudaran a sanar nuestra alma y el alma de nuestro planeta.
Me enlaza esto a un destino cuántico en donde eres o me confundo al ser, me encanta la reflexión y mis palabras quedarían muy cortas con la profundidad del mensaje y la cosmovision que en algún momento llegamos a discernir Doctora, más hago un llamado a mis neuronas para que alcancen a separar lo hecho con lo deseado porque al final mis sentimientos quedan en confusión efectiva y real al tratar de alternar lo dicho sobre todo en unas palabras “Corrección: el retorno a la conciencia de interconexión“ nos interconectamos realmente con la naturaleza que funciona con un enlace entre nuestro bien estar?, me quedo con esto y felicidades por su Blog
Creo que el articulo fue muy puntual, me hizo recordar al libro de “la matriz divina” en cuanto mas consientes somos de nuestra interconexion mas se despierta en nosotros las virtudes de amor, comprension, humildad, bondad, nos permite experimentar verdadera paz … emuná.
Lo no deja de sorprenderme de las culturas antiguas y de los textos sagrados es como fue posible que olvidaramos como vivir en verdad de manera armonica y sin contaminaciones toxicas del ego… en que momento olvidamos algo tan escencial… Este tipo de lecturas nos invitan a despertar nuevamente ese sentido del ser mucho mas alla de lo tangible… nos invita a explorar que hay mas allá… solo hace falta verse de adentro hacia afuera como ese gran todo que somos todos y soy yo a la vez…
Excelente tema la Ley de Causa-Efecto porque centra la responsabilidad personal sobre todo lo que nos ocurre, nada es aleatorio. Cuando vivimos en Ignorancia culpamos a otros, a las circunstancias, a la suerte, a Dios, de lo que experimentamos en el diario vivir porque desconocemos que el universo guarda sus propias leyes. La Ley Causa-Efecto nos conduce a cumplir con la Regla de Oro: hacer al prójimo lo que quiero me hagan a mí. En este mundo de interconexión mis pensamientos, sentimientos, intenciones, acciones, crean mi propia realidad y es lo que momento a momento estoy sembrando para bien o para mal, me estoy conectando a la infinita red de afinidades.
Retornar a casa es retornar al camino del amor, del perdón, la compasión.